¿Qué les espera a las bolsas en el año del retorno de las bajadas de tipos? Al habla con 14 expertos
Si tomamos los datos de partida actuales no resulta sencillo posicionarse de manera inequívoca sobre lo que podemos esperar de los mercados en 2024. Por el lado macroeconómico, tenemos unas economías en desaceleración, tanto desarrolladas como emergentes, unos niveles de inflación todavía lejos de los objetivos y unas políticas monetarias que, pese a las bajadas de tipos que descuentan los mercados, seguirán siendo restrictivas.
A más largo plazo, muchas economías se enfrentan a importantes desequilibrios por exceso de endeudamiento y falta de dinamismo. Esto se debe al fruto de años de un modelo de crecimiento ‘dopado’ vía gasto y expansión fiscal, unido a factores demográficos y políticas de transición energéticas poco realistas, y donde probablemente no se ha favorecido lo suficiente el ahorro, la inversión productiva y la mejora competitiva.
Este entorno de desaceleración cíclica contrasta con unas previsiones de beneficios empresariales crecientes en 2024, favorecidas en gran parte por unos menores costes energéticos y la expectativa de un menor coste de la deuda, situación -desaceleración económica y beneficios crecientes- no muy habitual.
También señalar que las valoraciones han experimentado una mejora vía múltiplos de cotización importante en el cuarto trimestre de 2023 por las expectativas de un cambio en la dirección de la política monetaria, lo cual nos deja un menor margen de revalorización en 2024 y aumenta la probabilidad de una cierta corrección a corto plazo.
Todo lo anterior queda en un segundo plano frente al principal catalizador de los mercados en los últimos tiempos, que no es otro que el papel de los bancos centrales, o más bien, las expectativas sobre las decisiones de éstos. El incremento del protagonismo de estas instituciones ha provocado no pocas irracionalidades en las valoraciones, con un efecto altamente distorsionador en el mecanismo de formación de los precios de unos mercados, que responden en mayor medida a las decisiones de corte monetario y fiscal anunciadas -o esperadas- que a los fundamentales de fondo de la economía y empresas.
En la medida en la que el mercado espere niveles de inflación a la baja y, por tanto, un sesgo menos restrictivo en la política monetaria, las bolsas deberían recogerlo de manera favorable en 2024. Todo ello incluso en un contexto con grandes incertidumbres en materia geopolítica, perpetuación de conflictos bélicos, elecciones en EE UU y una economía china que apunta a menores crecimientos.